POR MARCO ANTONIO BALDERA RODRIGUEZ
Santo Domingo Oeste.- Los procesos electorales resultan aleccionadores para los
que, desprovistos de la pasión y el ejercicio desproporcionado, asumimos la
competencia como un acto de racionalidad e inteligencia.
Una lectura comprensiva de la pasada
campaña electoral nos advierte que asistimos a un escenario donde irresponsable
sería no repensarlo todo. Eso, para en un análisis sistemático, en una
disquisición taxonómica o simplemente en una peña de compañeros y compañeras,
pasar balance a la pasada contienda política, matizada por pugnas estériles
entre los que, con mucho esfuerzo, pero cargados de irracionalidad, empujábamos
la misma carreta.
Para nadie es un secreto que las
malquerencias eran motivadas por quienes, tratando de aprovechar la
efervescencia de la campaña, intentaron proyectar sus carreras políticas mucho más
allá de la fecha de nuestra meta inmediata, el veinte de mayo del dos mil doce,
pues, estaban más pendientes de sus agendas personales a largo plazo, que a
aquella que le abriría las puertas de la esperanza a la gran mayoría de
dominicanos y dominicanas.
Mi madre (Ana Mercedes Rodríguez) que de
sabiduría popular le puede dar clases a los pensadores del renacimiento, dice
con frecuencia, a modo de refrán, algo que se ha constituido en filosofía de
vida: "el que la hace la paga, el que siembra decosecha, la mala fe no
pare hembra y Dios no se queda con nada de nadie".
La lógica de actuación del sector que
tiene como jefe (No Líder) al Ing. Miguel Octavio Vargas Maldonado, su puñalada
trapera y las componendas con sectores oficialistas, han propiciado el
distanciamiento de quienes, por su esfuerzo, trabajo y dedicación, legitiman al
PRD ante la sociedad, los mismos que, a lo interno de la organización, gozan de
una abismal mayoría.
Una gran mayoría que ha decidido
enérgicamente acompañar a la sociedad en sus reclamos ciudadanos, en sus
demandas más sentidas, enfrentar los abusos del gobierno, el alto costo de la
vida, los altos niveles de desempleo, la inseguridad ciudadana y canalizar
(social y electoralmente) las aspiraciones de la sociedad y su militancia. Lo
que desde ya, está generando entusiasmo de cambio en quienes esperan una opción
redentora. Nadie en su sano juicio tiene como paradigma a un traidor, so pena
de granjearse el rechazo de sus congéneres.
Hoy, ese PRD mayoritario es una
realidad, y como los iguales se juntan, parece ser que ahí está la verdad y la
razón y del otro lado, salvo honradas excepciones, los que apostaron al fracaso
en detrimento de más de dos millones de ciudadanos que votaron por la propuesta
Hipólito-Luis. Eso me recuerda las palabras sabias de un amigo que siempre
dice: "No hay deuda que no se pague, ni plazo que no se cumpla".
Deslindados los campos entre la traición
y los principios, solo cabe citar la célebre frase atribuida por Suetonio a
Julio César al momento de cruzar el río Rubicón, límite entre Italia y la Galia
Cisalpina, "LA SUERTE ESTÁ ECHADA".
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