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Esther López |
Por Esther López
Cuando lo conocí, personalmente, fue en uno de esos encuentros informales, solo de reconocimiento físico, palpable, porque en fotos ye se divisaba cómo éramos; pero cara a cara se pueden ver hasta los lunares que la tecnología opaca. Fue en una mañana de esas en las que yo me dedico a hacer mis compras, como me gusta….Hubo una llamada sorpresa de Nicolás antes de aquel encuentro, convidándome a vernos en persona, me gustó; sin saber que a partir de ese día comenzaría mi calvario… mi amor y odio, porque me prendí, y perdí… Bueno, sigo narrando...
Cuando lo conocí, personalmente, fue en uno de esos encuentros informales, solo de reconocimiento físico, palpable, porque en fotos ye se divisaba cómo éramos; pero cara a cara se pueden ver hasta los lunares que la tecnología opaca. Fue en una mañana de esas en las que yo me dedico a hacer mis compras, como me gusta….Hubo una llamada sorpresa de Nicolás antes de aquel encuentro, convidándome a vernos en persona, me gustó; sin saber que a partir de ese día comenzaría mi calvario… mi amor y odio, porque me prendí, y perdí… Bueno, sigo narrando...
La impresión de ver a Nicolás cara a cara fue notoria, aunque no estoy
segura si él percibió tal encanto. En aquella calle donde nos vimos frente a
frente estaba muy cerca de mí aquel que había visto en sola imagen misteriosa;
aunque fue muy diferente la que luego reveló; hay humanos así…
Nicolás, hombre elegante y bien portado, de personalidad imponente, se dio
a conocer de manera avasalladora y me aferré... No le fui desconocida, aunque
dudó.
-Hola, ¿cómo estás?, ¿eres María, la de “Facebook”? – preguntó
dudoso.
-Sí, soy yo. – le dije sonriente.
-Mucho gusto. Te ves más hermosa en persona.
-Gracias, Nicolás. Tú también.
La conversación se dio en un diálogo abierto, de conocernos más de lo que
el “chat” nos permitía. A partir
de ahí comenzó el idilio de Nicolás y yo.
En cada encuentro mi cuerpo se declaró en victoria, ante la suavidad y la
ternura de aquellas manos dóciles que acariciaban mi cara y me levantaron de
los muertos. Encendió mi deseo cuando sus besos florecieron en mi boca.
El lugar adonde fuimos por primera vez fue el Edén donde la lujuria colmó el
espacio y contagió el entorno.
En cada lugar, mi caballero y yo creábamos un ambiente impresionante,
apasionante… de ahí extrapolábamos en tiempos y momentos diferentes, y hasta en
circunstancias desiguales nuestra atracción. Y por ello, me trasegué y me
ensimismé en la fantasía de lo perpetuo, y además, me aferré porque mi
cuerpo se ajustó a lo que no detallaré con punto y coma; se los dejo a la
imaginación esos pormenores; pero fue desastroso porque se volvió una
pesadilla, pues la realidad es otra, ya que Nicolás se dio a conocer tal cual;
sin embargo, yo pensé que era pasajero y hasta normal; no lo era, pues
aunque nuestro último encuentro fue el mejor murió al mismo tiempo que fue
intenso; no lo entendí, porque nuestros cuerpos imantados por la atracción de
estar juntos pedían a gritos continuar. Pero Nicolás no tuvo el valor o se
conformó con solo tres….
¡Noches vagabundas me arrastraron y Nicolás se alejó
sin dar aviso!
Ahora tengo muchas interrogantes: ¿Será qué es volátil? ¿Será qué tiene miedo? ¿Será que Nicolás es un rompecorazones? Esas incógnitas quedaron al aire, sólo espero que algún día ese caballero errante me responda esas cuestiones que punzan mi mente mañana, tarde y noche, desde aquella separación fortuita.
Ahora tengo muchas interrogantes: ¿Será qué es volátil? ¿Será qué tiene miedo? ¿Será que Nicolás es un rompecorazones? Esas incógnitas quedaron al aire, sólo espero que algún día ese caballero errante me responda esas cuestiones que punzan mi mente mañana, tarde y noche, desde aquella separación fortuita.
A quién no le ha pasado: lo conoce en “Facebook”, luego de la
retahíla de sugerencias, cortejos cibernéticos viene el encuentro y demás. A
algunas les funciona, en mi caso no fue así. Pero la vida
continúa. María, jamás se rinde.
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