Rolando Aquino Tejeda
Todos sabemos que una comunidad cualquiera está compuesta por personas las cuales suelen estar agrupadas en asociaciones, clubes, sindicatos y demás. Los establecimientos comerciales como los colmados, tiendas, supermercados, ferreterías, compraventas y otros son de la comunidad donde están enclavados, lo único a tomar en cuenta es que el acceso está reglamentado.
Lo mismo sucede con las escuelas; están ubicadas en una comunidad y por lo tanto, pertenecen a esa comunidad. El protocolo a seguir para tener acceso a ella es un tanto diferente al seguido para accesar a los establecimientos mencionados en el párrafo anterior.
La escuela difiere de los demás en que no tiene un dueño único, en vez de eso, los propietarios somos muchos y estos mismos muchos somos los que debemos cuidarla. Cuidarla significa proteger sus paredes, sillas, escritorios, pizarras, mesas, árboles, otros objetos que le son propios y sobre todo las personas que están en ella: personal, estudiantes y visitas.
Cuidar a las personas implica de manera imperiosa tener respeto por ellas. Respetar abarca, entre otras cosas, escuchar a los demás, permitir a demás sus derechos y cumplir con los deberes. Sobre estas dos bases descansa la situación del funcionamiento bueno o mejorable de una escuela, pues el común de las personas reconoce a leguas sus derechos y parece no enterarse que estos producen unos deberes.
La comunidad debe empoderarse de sus deberes en la escuela y actuar conforme le corresponde. Todos los comunitarios tienen algo que aportarle al Centro. Ojalá y para el próximo año escolar la escuela, desde el mismo inicio del clases, pueda contar con esos aportes y reine la armonía y la entrega total entre los seres humanos vinculados a ella.
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