Esther López |
Santo Domingo.- La contaminación ambiental es definida como la presencia en el ambiente de cualquier agente (físico, químico o biológico) o bien de una combinación de varios agentes en lugares, formas y concentraciones tales que sean o puedan ser nocivos para la salud, la seguridad o para el bienestar de la población, o bien, que puedan ser perjudiciales para la vida vegetal o animal, o impidan el uso normal de las propiedades y lugares de recreación y goce de los mismos.
El profesor universitario Francisco Terrero Galarza en su libro: “La Contaminación Ambiental: Apuntes Químicos” explica que “la contaminación atmosférica es uno de los principales problemas ambientales de la humanidad; ha traído como consecuencia la alteración del clima…”
Miles de personas conocen el término, pero no lo aplican y día tras día se puede observar como moradores de distintos barrios de la capital, también en las calles, donde hay zafacón a la derecha o a la izquierda, abrazado a un poste del tendido eléctrico, o solo parado, y a pesar de que el camión de basura, grande, con dos o tres recogedores, liados en harapos y hediondos, en ocasiones, por el contacto inevitable con el vehículo que pasa de mañana o de noche, arrojan las nauseabundas porquerías.
Vasos desechables, botellas plásticas, de vidrio; cáscaras de frutas, caña, papeles, fundas de desperdicios domésticos; perros muertos, plumas de pollos, etc. Son muchas las cosas que se pueden convertir en un vertedero en unas horas, tal vez minutos, con su cúmulo permanente y que se convierten entonces en contaminantes para toda la ciudadanía, y en especial para los que sí ponen en práctica su obligación de proteger el medio ambiente, al cumplir con el deber de lanzar la basura al zafacón.
Quejas injustas hacia un alcalde, que puede ser cualquier ejecutivo municipal que haga su trabajo, el cual cumple con su deber patriótico de mantener la ciudad limpia; mas hay personas que si van en una guagua, en su propio vehículo o esperando en alguna parada de autobús arrojan al suelo los mencionados desperdicios sin piedad, que contaminan su cuerpo y hasta su alma; con la desvergüenza de intoxicar el medio ambiente, que tanto bien ha hecho desde su creación, pero que ha sido mutilado por personas irresponsables.
Los hospitales reciben cientos de casos por problemas respiratorios, causados por la malsana situación, de aquellos que se descuidan de proteger su casa que es el Mundo. De eso se tiene constancia por lo explicado, de distintas formas, por galenos, también otros expertos, a través de los medios de comunicación y otras vías.
Entonces, de quién es la irresponsabilidad, no es del alcalde tal, no, es de personas sin escrúpulos, haraganas para esperar con la basurita guardada en la cartera, o en las manos hasta llegar al zafacón más cercano y de otros que prefieren no esperar al gran aparato para que la recoja y la deposite en su destino final y deciden tirarla en la cañada más cercana o de repente lanzarla calle abajo…
Si no se cuida la naturaleza, quién lo hará, ¿el alcalde tal?, no; porque aunque se recoja la basura cotidianamente, si las personas no toman propia conciencia del valor intrínseco de protegerse de las angustiosas enfermedades respiratorias y demás, que causa la contaminación, estarán siempre a la deriva.
Pensemos, que si no nos dedicamos a un solo esfuerzo de cumplir con nuestro deber de proteger nuestro mundo, entonces estamos perdidos y la Tierra se revelará siempre, hasta que nos aborte a todos: protectores o no del medioambiente.
El profesor universitario Francisco Terrero Galarza en su libro: “La Contaminación Ambiental: Apuntes Químicos” explica que “la contaminación atmosférica es uno de los principales problemas ambientales de la humanidad; ha traído como consecuencia la alteración del clima…”
Miles de personas conocen el término, pero no lo aplican y día tras día se puede observar como moradores de distintos barrios de la capital, también en las calles, donde hay zafacón a la derecha o a la izquierda, abrazado a un poste del tendido eléctrico, o solo parado, y a pesar de que el camión de basura, grande, con dos o tres recogedores, liados en harapos y hediondos, en ocasiones, por el contacto inevitable con el vehículo que pasa de mañana o de noche, arrojan las nauseabundas porquerías.
Vasos desechables, botellas plásticas, de vidrio; cáscaras de frutas, caña, papeles, fundas de desperdicios domésticos; perros muertos, plumas de pollos, etc. Son muchas las cosas que se pueden convertir en un vertedero en unas horas, tal vez minutos, con su cúmulo permanente y que se convierten entonces en contaminantes para toda la ciudadanía, y en especial para los que sí ponen en práctica su obligación de proteger el medio ambiente, al cumplir con el deber de lanzar la basura al zafacón.
Quejas injustas hacia un alcalde, que puede ser cualquier ejecutivo municipal que haga su trabajo, el cual cumple con su deber patriótico de mantener la ciudad limpia; mas hay personas que si van en una guagua, en su propio vehículo o esperando en alguna parada de autobús arrojan al suelo los mencionados desperdicios sin piedad, que contaminan su cuerpo y hasta su alma; con la desvergüenza de intoxicar el medio ambiente, que tanto bien ha hecho desde su creación, pero que ha sido mutilado por personas irresponsables.
Los hospitales reciben cientos de casos por problemas respiratorios, causados por la malsana situación, de aquellos que se descuidan de proteger su casa que es el Mundo. De eso se tiene constancia por lo explicado, de distintas formas, por galenos, también otros expertos, a través de los medios de comunicación y otras vías.
Entonces, de quién es la irresponsabilidad, no es del alcalde tal, no, es de personas sin escrúpulos, haraganas para esperar con la basurita guardada en la cartera, o en las manos hasta llegar al zafacón más cercano y de otros que prefieren no esperar al gran aparato para que la recoja y la deposite en su destino final y deciden tirarla en la cañada más cercana o de repente lanzarla calle abajo…
Si no se cuida la naturaleza, quién lo hará, ¿el alcalde tal?, no; porque aunque se recoja la basura cotidianamente, si las personas no toman propia conciencia del valor intrínseco de protegerse de las angustiosas enfermedades respiratorias y demás, que causa la contaminación, estarán siempre a la deriva.
Pensemos, que si no nos dedicamos a un solo esfuerzo de cumplir con nuestro deber de proteger nuestro mundo, entonces estamos perdidos y la Tierra se revelará siempre, hasta que nos aborte a todos: protectores o no del medioambiente.
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